(Los Guayos, 19 de julio de 2016).- En un triunfo de la cooperación internacional frente a un problema ambiental provocado por el hombre, una investigación conjunta de Estados Unidos y Gran Bretaña muestra que el agujero de ozono que aparece entre septiembre y octubre se está haciendo más pequeño y se forma más adelante en el año.
El estudio publicado en la revista “Science” también revela otros indicios de que la capa de ozono está mejorando luego de ser consumida por sustancias químicas en aerosoles y en refrigerantes.
El ozono es una combinación de tres átomos de oxígeno, que en la parte superior de la atmósfera protegen a la Tierra de los rayos ultravioleta del sol. Desde el año 2000, el agujero se ha reducido en 4,5 millones de kilómetros cuadrados (1,7 millones de millas cuadradas) en el crucial mes de septiembre, un declive de cerca de una quinta parte de su tamaño, reveló el estudio.
La diferencia es casi seis veces más grande que el estado de Texas. También le toma unos 10 días más alcanzar su mayor tamaño, indicó la investigación.
El agujero no se cerrará por completo sino hasta mediados de siglo, pero la recuperación ocurre antes de lo que los científicos anticipaban, señaló la autora principal del estudio, Susan Solomon del MIT. “No es solo que el paciente esté en remisión”, comentó Solomon.
“En realidad está mejorando. El paciente se enfermó de gravedad en la década de 1980, cuando bombeábamos todo ese cloro” a la atmósfera. “Creo que es una tremenda causa de esperanza” para arreglar otros problemas ambientales, tales como el cambio climático provocado por el hombre, comentó Solomon, quien encabezó dos expediciones estadounidenses a la Antártida para medir la capa de ozono en la década de 1980 y también ha sido líder en el estudio del calentamiento global.
En la década de 1970, los científicos dejaron entrever que la capa de ozono del planeta ubicada a una altitud de entre 10 y 50 kilómetros (6 a 30 millas) en la estratósfera estaba adelgazándose debido a sustancias químicas llamadas clorofluorocarbonos que provenían de los aerosoles y los refrigerantes.
Esas sustancias se descomponían para conformar cloro que atacaba el ozono, que a esa altitud protege a las personas de los rayos ultravioletas vinculados al cáncer de piel.
Entonces, a principios de la década de 1980 comenzó a aparecer en octubre un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida y posteriormente en septiembre y octubre, lo que convirtió el asunto en un problema urgente.
La capa se adelgazó en otros lugares del planeta y ya comenzó a sanar en la sección ecuatorial, pero el hoyo sobre la Antártida era la herida abierta que atrajo la atención del mundo.
El Protocolo de Montreal, un tratado mundial firmado en 1987 para frenar gradualmente el uso de sustancias químicas que dañan la capa de ozono, hizo que las compañías desarrollaran nuevos productos que no consumieran esa capa. Sin embargo, los científicos dijeron que tomaría tiempo antes de que el problema se solucionara.
Ahora la situación está mejorando, no solo estabilizándose, con base en nuevas observaciones con distintos métodos para medir la capa de ozono, dijo Solomon.
“Hay una sensación de ‘misión cumplida””, escribió el mexicano Mario Molina de la Universidad de California en San Diego, que compartió el Premio Nobel de química en 1995 por ser uno descubridores de las causas del agujero en el ozono. Elogió el estudio, en el que no participó.
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