(Los Guayos, 15 de agosto de 2016).- Para muchas personas que viven en Venezuela la búsqueda de alimentos y productos de primera necesidad se ha convertido en lo cotidiano, unas para satisfacer sus verdaderas necesidades familiares y otras para comercializar revendiendo lo que consiguen a precios especulativos convirtiéndose en verdugos de sus propios vecinos, amigos y hasta de su propia familia. En medio de toda esta realidad hay un sector de la población que se vé mucho más afectado que el resto, las Mujeres con discapacidad o aquellas que tienen a su cargo a personas con esta condición de vida.
Quien puede poner en duda que vivir con discapacidad es un reto diario? Quien puede no entender que para una mujer que no vé, que no puede caminar o quizás que no escuche es más complicado enfrentar las dificultades cotidianas? Ahora bien, por otra parte, quien puede no entender que para una mujer que tiene en su hombro la responsabilidad del cuidado de una o varias personas con discapacidad asumir la labor de la búsqueda de productos básicos es supremamente más difícil?. Hacernos estas preguntas en un momento histórico tan relevante es un ejercicio indispensable si realmente queremos establecer prioridades, especialmente aquellas instituciones, instancias organizativas y personas que tienen a su cargo la difícil tarea de distribuir estos bienes en el país pues de lo que se trata es de establecer dentro de nuestras distintas competencias la justicia social.
Muchas son las vivencias desagradables que estamos enfrentando las mujeres vinculadas a la discapacidad en estos momentos. Por un lado no siempre contamos con personas solidarias en las responsabilidades políticas y administrativas y ello trae consigo momentos de desesperación. Ejemplo de esta situación es el constante relato de mujeres que manifiestan que se les está exigiendo que movilicen a su familiar con discapacidad a los diferentes expendios de alimentos e insumos médicos para poder garantizar la venta de los mismos. Ante este panorama podemos pensar que hay cierto nivel de comprensión de esta medida pues sabemos de personas inescrupulosas que se valen de engaños para lograr la venta y luego sin ningún tipo de pudor se dedican a revender a precios exorbitantes, sin embargo, juzgarnos a todas y meternos en el mismo saco sería el equivalente a decir que todos los habitantes de este país somos ladrones, asesinos , sencillamente porque unos cuantos se dedican a esas actividades delictivas. Además está también la falta de comprensión que a veces reina en esos espacios por parte de quienes hacen colas para comprar. Pudiéramos entender ciertamente que hay cansancio, incertidumbre, en fin , la angustia que produce saber que en casa no hay alimentos y hay que proveer, sin embargo, lo más grave que se está originando en esos espacios es la deshumanización de nuestra gente y eso es algo que debemos vigilar con mucho detenimiento, especialmente quienes día tras día luchamos desde diferentes trincheras por construir una mejor sociedad.
La pregunta de rigor sería, hay alguien interesado en que nos convirtamos en “Inhumanos”?, la respuesta debería ser NO pero para quienes hemos hecho de la Revolución Bolivariana un camino de lucha sabemos que esa es la ruta de la derecha internacional y nacional para sacar del Gobierno a nuestro camarada Nicolás Maduro y borrar del imaginario de nuestro pueblo el legado de nuestra amado Comandante Hugo Chávez.
Toca pues enfrentar esta Guerra desde el conocimiento de causa, toca ponerse en el lugar del otro y de la otra, toca apoyar sin agotarnos a todas esas personas que sienten amenazada su esperanza, toca entender más y juzgar menos. En el caso de las mujeres vinculadas a la discapacidad toca entender que no es igual salir a buscar alimentos con un hijo o hija en silla de ruedas o con cualquier otra discapacidad a cuestas pues se trata de más pasaje, de más esfuerzos que no tenemos derecho a multiplicar porque a alguien se le ocurrió fingir discapacidad o usar a un familiar con discapacidad para lucrarse pues la mayoría de quienes vivimos con esta condición de vida luchamos con dignidad para alcanzar nuestras metas sin menoscabar los derechos de las demás personas. Toca que las y los funcionarios que tienen a su cargo la difícil tarea de distribuir alimentos e insumos médicos se formen e informen acerca de este tema para que cuando estén en el terreno de lucha encarando las distintas situaciones sean justos en sus decisiones y no envíen a casa sin nada a mujeres que desde que se levantan enfrentan ya un gran desafío. Toca entender que si bien es cierto que todos y todas necesitamos comer, vestirnos, tener nuestros tratamientos en la desaforada carrera en que esto se ha convertido debe siempre reinar la comprensión y solidaridad con nuestros adultos y adultas mayores y nuestro pueblo con discapacidad. Esto nos legó el Gigante universal, nuestro amado Comandante Hugo Chávez quien siempre nos dió prioridad y nos acogió en sus brazos amorosos hasta en los momentos más aciagos que le tocó vivir, así que sigamos honrando su memoria.
POR: LUDYT RAMIREZ PINEDA
Quien puede poner en duda que vivir con discapacidad es un reto diario? Quien puede no entender que para una mujer que no vé, que no puede caminar o quizás que no escuche es más complicado enfrentar las dificultades cotidianas? Ahora bien, por otra parte, quien puede no entender que para una mujer que tiene en su hombro la responsabilidad del cuidado de una o varias personas con discapacidad asumir la labor de la búsqueda de productos básicos es supremamente más difícil?. Hacernos estas preguntas en un momento histórico tan relevante es un ejercicio indispensable si realmente queremos establecer prioridades, especialmente aquellas instituciones, instancias organizativas y personas que tienen a su cargo la difícil tarea de distribuir estos bienes en el país pues de lo que se trata es de establecer dentro de nuestras distintas competencias la justicia social.
Muchas son las vivencias desagradables que estamos enfrentando las mujeres vinculadas a la discapacidad en estos momentos. Por un lado no siempre contamos con personas solidarias en las responsabilidades políticas y administrativas y ello trae consigo momentos de desesperación. Ejemplo de esta situación es el constante relato de mujeres que manifiestan que se les está exigiendo que movilicen a su familiar con discapacidad a los diferentes expendios de alimentos e insumos médicos para poder garantizar la venta de los mismos. Ante este panorama podemos pensar que hay cierto nivel de comprensión de esta medida pues sabemos de personas inescrupulosas que se valen de engaños para lograr la venta y luego sin ningún tipo de pudor se dedican a revender a precios exorbitantes, sin embargo, juzgarnos a todas y meternos en el mismo saco sería el equivalente a decir que todos los habitantes de este país somos ladrones, asesinos , sencillamente porque unos cuantos se dedican a esas actividades delictivas. Además está también la falta de comprensión que a veces reina en esos espacios por parte de quienes hacen colas para comprar. Pudiéramos entender ciertamente que hay cansancio, incertidumbre, en fin , la angustia que produce saber que en casa no hay alimentos y hay que proveer, sin embargo, lo más grave que se está originando en esos espacios es la deshumanización de nuestra gente y eso es algo que debemos vigilar con mucho detenimiento, especialmente quienes día tras día luchamos desde diferentes trincheras por construir una mejor sociedad.
La pregunta de rigor sería, hay alguien interesado en que nos convirtamos en “Inhumanos”?, la respuesta debería ser NO pero para quienes hemos hecho de la Revolución Bolivariana un camino de lucha sabemos que esa es la ruta de la derecha internacional y nacional para sacar del Gobierno a nuestro camarada Nicolás Maduro y borrar del imaginario de nuestro pueblo el legado de nuestra amado Comandante Hugo Chávez.
Toca pues enfrentar esta Guerra desde el conocimiento de causa, toca ponerse en el lugar del otro y de la otra, toca apoyar sin agotarnos a todas esas personas que sienten amenazada su esperanza, toca entender más y juzgar menos. En el caso de las mujeres vinculadas a la discapacidad toca entender que no es igual salir a buscar alimentos con un hijo o hija en silla de ruedas o con cualquier otra discapacidad a cuestas pues se trata de más pasaje, de más esfuerzos que no tenemos derecho a multiplicar porque a alguien se le ocurrió fingir discapacidad o usar a un familiar con discapacidad para lucrarse pues la mayoría de quienes vivimos con esta condición de vida luchamos con dignidad para alcanzar nuestras metas sin menoscabar los derechos de las demás personas. Toca que las y los funcionarios que tienen a su cargo la difícil tarea de distribuir alimentos e insumos médicos se formen e informen acerca de este tema para que cuando estén en el terreno de lucha encarando las distintas situaciones sean justos en sus decisiones y no envíen a casa sin nada a mujeres que desde que se levantan enfrentan ya un gran desafío. Toca entender que si bien es cierto que todos y todas necesitamos comer, vestirnos, tener nuestros tratamientos en la desaforada carrera en que esto se ha convertido debe siempre reinar la comprensión y solidaridad con nuestros adultos y adultas mayores y nuestro pueblo con discapacidad. Esto nos legó el Gigante universal, nuestro amado Comandante Hugo Chávez quien siempre nos dió prioridad y nos acogió en sus brazos amorosos hasta en los momentos más aciagos que le tocó vivir, así que sigamos honrando su memoria.
POR: LUDYT RAMIREZ PINEDA
Commentar en Blogger
Commentar en Facebook